Hay sobresaturación de placas base y se ha convertido en un problema
Pese a que las placas base para PC son cada vez más limpias, muchas de ellas integran funcionalidades que no se usan por parte de la mayoría de los usuarios. ¿La mejor solución? Implementar el chipset como tarjeta de expansión. No obstante, este camino nunca se ha tomado y en esta entrada os comentaremos el porqué.
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Mi opinión: hay demasiadas placas base en el mercado
Esto que vais a leer no es más que una opinión personal, pero para mí existe una enorme confusión en lo que a la cantidad de placas base que hay en el mercado, y la gran mayoría de ellas son para quien escribe esto un desgaste enorme de recursos. El motivo por el cual opino esto es por el hecho que a día de hoy el chipset de la placa base, y en concreto desde que lo que era el Northbridge, se integró en el interior de la CPU, no solo eso, sino que además nos encontramos que otras interfaces como son PCI Express y a veces incluso hasta los puertos USB se encuentran integradas en el mismo procesador central.
Por lo que al final de todo, el chipset de la placa base no es más que un concentrador cuyo trabajo es tomar las interfaces a baja velocidad y unificarlas en una sola señal PCI Express para reducir la cantidad de vías hacia la CPU central, la cual a día de hoy suelen tener la siguiente configuración en cuanto a E/S:
- 16 líneas PCI Express para la tarjeta gráfica.
- 4 líneas PCI Express para las unidades SSD NVMe, en algunos casos pueden tener 8 para poder colocar dos unidades de almacenamiento.
- Otras 4 líneas PCI Express para el chipset.
Por lo que buena parte de la funcionalidad que otorga el chipset podría entregarse en forma de tarjeta de expansión.
Las ventajas del chipset como tarjeta de expansión
La idea no es otra que, en vez de elegir entre distintas placas base, llevar al chipset a ser una tarjeta de expansión, pero que no sean simétricas, sino dar la posibilidad a que el usuario final pueda escoger entre diferentes tarjetas de expansión a medida de nuestras necesidades en lo que a puertos y elementos suplementarios se refiere. En otras palabras, tener un control completo sobre lo que lleva nuestro PC.
¿Qué sentido tiene que un PC de oficina integre una tarjeta de sonido 7.1? ¿Para qué quiero esa cantidad ingente de puertos USB? ¿Os imagináis una tarjeta que reduzca la latencia mientras jugamos a nuestros eSports favoritos? ¿Acaso necesitas una colección de puertos SATA? Llevar el chipset a una tarjeta de expansión abriría por completo un mayor nivel de personalización que lo que ahora se permite y simplificaría la construcción de nuevos ordenadores por parte del usuario.
Entonces, ¿por qué no se hace?
Eliminar los diferentes chipset se cargaría todo el mercado de las placas base de un plumazo, no habría elementos diferenciales entre ellas, ya que todas de base serían iguales, pero, en cambio, los fabricantes de componentes podrían lanzar sus chipsets como tarjetas de expansión y hacer que duren varias generaciones, lo que en realidad reduciría el problema de inventario y de residuos electrónicos.
Claro está, que esto nos lleva al modelo de negocio de Intel y AMD con las placas base en sobremesa, desde el momento en que una CPU no puede funcionar sin su placa base correspondiente y viceversa, en realidad hablamos de dos partes de una misma cosa. Es decir, son los fabricantes de CPU los que venden el chipset de la placa base que requiere el procesador para funcionar, y si bien podrían vender el chipset en una tarjeta de expansión, esto destruiría un mercado importante para los fabricantes de placas base.
¿Entendéis por donde va el truco? Cuando les interesa vender sus CPU a bajo precio, solo tienen que subir el de las placa base, y viceversa. Por lo que si necesitan de cara a la percepción del usuario final mantener un precio determinado, pueden recuperar la inversión con chipsets de la placa base mucho más caros.
Uno de las pocas desventajas del capitalismo, no por eso menos dañina.